Rubén Darío: un poema a Walt Whitman | MÁS LITERATURA


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WALT WHITMAN


En su país de hierro vive el gran viejo,
bajo como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
algo que impera y vence con noble encanto.

Su alma del infinito parece espejo;
son sus cansados hombros dignos del manto;
y con su arpa labrada de un roble añejo
como un profeta nuevo canta su canto.

Sacerdote, que alienta soplo divino,
anuncia en el futuro, tiempo mejor.
Dice el águila: “¡vuela!”; “¡Boga!”, al marino,

y “¡Trabaja!”, al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino
con su soberbio rostro de emperador!


RUBÉN DARÍO
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