Juan Rulfo: silencio, fotografía y Pedro Páramo | MÁS LITERATURA



 
Juan Rulfo Silencio, Fotografía, Pedro Páramo

Por: Ian Yetlanezi Chávez Flores*

Juan Rulfo es uno de los más grandes escritores en lengua española. Sólo con dos libros: El llano en llamas (1953), y Pedro Páramo (1955), se ganó el reconocimiento literario alrededor del mundo. Incluso Augusto Monterroso creó una pequeña fábula titulada “El zorro es más sabio”, en la que narra la relación de Juan Rulfo con los críticos literarios. En la fábula cuenta la historia de cómo un zorro es aplaudido por crear grandes obras maestras, pero esto lo lleva a ser presionado para que publique un libro malo y así los intelectuales puedan criticarlo. Afortunadamente, el zorro no hizo caso de las sugerencias y guardó silencio.

Sin embargo, Juan Rulfo no guardó silencio del todo, porque volvió a escribir a finales de la década de 1950, sólo que esperó hasta 1980 para que su novela, El gallo de oro, se publicara. Durante su periodo de ausencia de escritura, Rulfo no se sentó a contemplar el horizonte y descansar, sino simplemente continuó con una de sus actividades predilectas que ejercía desde 1930: la fotografía.



En las fotografías que el escritor jalisciense nos compartió, se encuentra una gran cantidad de temáticas. Por ejemplo, su amor por el montañismo, los retratos de las personas indígenas, los rastros del tiempo en las puertas, pero, sobre todo, mostró su propio viaje sobre la Tierra.

Los viajes son un tema muy importante en la vida de Rulfo, porque su trabajo consistía en vender neumáticos de la compañía Goodrich Euzkadi en muchas partes de México. Durante este periodo de su vida, se dedicó a conocer el mundo y observar la complejidad de las tradiciones mexicanas. Asimismo, observó la desigualdad y el complejo sistema de cacicazgo que existían en algunos poblados del país.

Así, con los viajes que realizó Rulfo, se puede suponer que nacieron sus dos libros, pues tanto en El llano en llamas, como en Pedro Páramo existen una gran cantidad de peregrinaciones, persecuciones, migraciones y trayectos que, en la mayoría de las ocasiones, llevan al arrepentimiento, al conocimiento de sí mismo o a la muerte de los personajes.



Aunque los viajes fueron una parte importante en la vida del escritor, él mencionaba que sus narraciones provenían de la voz de su tío Celerino, quien le contaba historias cuando estaba borracho, pero dichas historias no eran verdaderas, sino sólo mentiras que después le servirían para crear un libro que iba a titular Los cuentos del tío Celerino, pero, con el tiempo, prefirió nombrar a ese libro como El llano en llamas.

Algo que todos sabemos es que Rulfo dejó de escribir porque, en ciertas declaraciones, él argumentó que con la muerte de su tío Celerino, desaparecieron las historias, ya que él se las contaba.

No sabemos cuáles fueron los motivos reales por los que el escritor dejó la pluma. Hay que recordar que Monterroso lo llamaba el zorro, y Rulfo era muy astuto para salir siempre victorioso en las entrevistas. Sin embargo, en ocasiones, confesaba anécdotas interesantes que sí declaraban una verdad. Por ejemplo, la novela Pedro Páramo no se iba titular inicialmente de esa manera, sino su obra se iba a llamar Los desiertos de la Tierra.

Esto lo sabemos porque el Centro Mexicano de Escritores guardó los informes que Rulfo entregaba a la institución, pues fue beneficiario de una beca durante 1953 y 1954 para desarrollar y terminar su novela.

El proceso creativo de su obra fue bastante arduo, porque el escritor jalisciense declaró en una conversación con Ernesto González Bermejo, que tuvo que quitar 150 páginas a la novela, debido a que desviaban la dirección de la narrativa y de su propósito artístico, que era que el lector participara en la lectura. Por este motivo, la estructura de la novela no es lineal, sino fragmentada, jugando con el tiempo, regresando a los recuerdos, narrando el pasado, y volviendo al presente. A lo que Juan Villoro denomina como una estructura narrativa circular.



Por otra parte, un dato curioso sobre la novela de Rulfo, es que el segundo nombre que el escritor le dio a su obra, fue Una estrella junto a la luna. Esto se puede saber, porque publicó dos fragmentos de su narrativa en la revista Las letras patrias y en la Revista de la Universidad de México. En los acervos apreció una nota en donde decía lo siguiente: “Fragmento de la novela en preparación, Una estrella junto a la luna”.

Además, en estos fragmentos que compartió se encuentra una gran curiosidad: Comala no se llamaba Comala. De hecho, Rulfo nombró al pueblo Tuxcacuexco, y el inicio de la novela no era “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”, sino que empezaba de la siguiente manera: “Fui a Tuxcacuexco porque allá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”.

Con el paso del tiempo, Rulfo cambiaría por un aspecto estético a Tuxcacuexco por Comala, pero también porque Comala hace referencia a un lugar repleto de calor que se asemeja al purgatorio e infierno de Dante Alighieri.

Incluso existe un paralelismo interesante entre la Divina Comedia y Pedro Páramo, pues al inicio de ambas obras, existe un guía que le advierte al personaje principal de lo que se va a enfrentar una vez que entre al pueblo o al infierno. Por ejemplo, en la Comedia de Dante, Virgilio le advierte al personaje Dante lo siguiente cuando llegan a la puerta del infierno: “Conviene abandonar aquí todo temor, conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente que ha perdido el bien de la inteligencia”. Por otra parte, en Pedro Páramo, cuando Juan Preciado tiene una breve conversación con Abundio Martínez, se hace referencia a que Comala es peor que el infierno.

La conversación es la siguiente:

“-Hace calor aquí -dije.

-Sí, y esto no es nada -me contestó el otro-. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del Infierno. Con decirle que muchos de los de allí se mueren, al llegar al Infierno regresan por su cobija.”

Este infierno dantesco está excelentemente renovado y representando por Juan Rulfo, porque muchos de los personajes mueren por venganza, locura o por suicidio. Es decir, todas las almas se encuentran vagando en Comala porque no encuentran la absolución a sus pecados.

Otro dato interesante es que a pesar de que se diga que Comala es un lugar ficticio, al inicio de la escritura no lo fue, debido a que Tuxcacuexco sí existe, y se encuentra en Jalisco. El Padre Juan Manuel Galaviz tomó fotografías de este poblado para dejar un rastro de dónde provenía la primera idea de Rulfo para obtener el nombre de Comala.



Y como se observa en las fotografías, no es un sitio bello y repleto de vegetación como lo describía Dolores Preciado, sino un lugar seco, sin vegetación y parco.  Tal vez por esta razón, Rulfo decidió nombrar Comala a Tuxcacuexco, pues representa todo lo que alguna vez tuvo vida y no volverá a florecer, porque todo lo que tuvo vida se encuentra dentro de un comal caliente que se asemeja al infierno, y ahí sólo se encuentra el recuerdo de lo que existió y padeció gracias al gran villano Pedro Páramo.

Sin embargo, como menciona Juan Villoro, Pedro Páramo no es una figura de la maldad total, sino una figura de un ser obsesionado con el poder que carece de amor, principalmente del amor de Susana San Juan. Por este motivo, Pedro Páramo es un personaje humanizado, porque a pesar de asesinar, robar, o apoyar ciertos grupos revolucionarios, nunca consigue el amor consciente de Susana, debido a que ella enloquece después de la muerte de su padre. Y esto lleva a la ruina y a la muerte de todo el pueblo, dejando solamente murmullos en el aire, que permiten contar una historia.

Teniendo en cuenta lo anterior, cuando Juan Rulfo terminó su obra, la entregó al Centro Mexicano de Escritores, con el nombre Los murmullos. No obstante, cuando se editaba su obra para ser publicada en el Fondo de Cultura Económica, él decidió nombrarla de último momento Pedro Páramo. Probablemente porque se dio cuenta que todo lo bueno o malo que sucedía en Comala, tenía que ver con él.


*Ian Yetlanezi Chávez Flores es Licenciado en Letras Latinoamericanas y Maestro en Humanidades por la Universidad Autónoma del Estado de México. Fue asistente de investigación en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CDMX). Formó parte de un programa de investigación de la Universidad de Harvard (Policy and Institutional Research Program). Asimismo, realizó una estancia de investigación en el Instituto Centroamericano de Estudios Sociales y Desarrollo, en Guatemala. Fundó Más Literatura y ahora dirige dicha revista de divulgación cultural. Ha escrito Voyerismo en las escaleras y Open the door to Centroamérica.

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