Enrique Lihn: “Recuerdos de Matrimonio” | MÁS LITERATURA

Enrique Lihn Portada


RECUERDOS DE MATRIMONIO

Buscábamos un subsuelo donde vivir,
cualquier lugar que no fuera una casa de huéspedes. El paraíso perdido
tomaba ahora su verdadero aspecto: unos de esos pequeños departamentos
que se arriendan por un precio todavía razonable
pero a las seis de la mañana. «Ayer, no más, lo tomó un matrimonio joven».
Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad en direcciones capciosas.
El hombre es un lobo para el hombre y el lobo una dueña de casa de pensión
con los dientes cariados, húmeda en las axilas, dudosamente viuda.
Y allí donde el periódico nos invitaba a vivir se alzaba un abismo de tres
pisos:
un nuevo foco de corrupción conyugal.
Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad, más distantes el uno del otro a
cada paso
ellos ya estaban allí, estableciendo su nido sobre una base sólida,
ganándose la simpatía del conserje, tan hosco con los extraños
como ansioso de inspirarles gratitud filial.
«No se les habrá escapado nada. Seguramente el nuevo ascensorista recibió
una propina».
«La pareja ideal». A la hora justa. En el momento oportuno.
De ellos, los invisibles, sólo alcanzábamos a sentir su futura presencia en un
cuarto vacío:
nuestras sombras tomadas de la mano entre los primeros brotes del sol en el
parquet,
un remanso de blanca luz nupcial.
«Pueden verlo, si quieren
pero han llegado tarde».
Se nos hacía tarde.
Se hacía tarde en todo.
Para siempre.

ENRIQUE LIHN

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