El caso Franz Kafka: la metamorfosis del dinero | MÁS LITERATURA

 

La metamorfosis del dinero


Quémalo todo, esta fue la última petición que Franz Kafka le solicitó a su amigo Max Brod. Sin embargo, como todos conocemos la historia, Brod no quemó todo y decidió guardar los documentos para publicarlos poco a poco. Aunque la vida no le alcanzó a Brod y cuando él murió, le heredó cartas y dibujos a su secretaria Esther Hoffe. Al recibir los textos como herencia, Esther comenzó a vender los documentos de Kafka a quien los pagara. Al enterarse de esta acción, el Archivo de Literatura Alemana de Marbach y la Biblioteca Nacional de Jerusalén decidieron actuar legalmente para poder conservar las obras de Kafka y evitar su venta. No obstante, todos los esfuerzos legales no sirvieron y se desestimaron las demandas.


Por tal motivo, en 1988, el Gobierno de la República Federal de Alemania ingenió un plan y solicitó ayuda del famoso librero alemán Heribert Tenschert, quien asistió a la casa de subastas Sotheby's, en Londres.


En ese lugar, Tenschert ofreció cerca de 2 millones de dólares y logró comprar una de las obras más importantes del siglo XX: El proceso, de Franz Kafka.


A pesar de que Heribert mencionara que no aceptaba ni negaba su participación con el gobierno alemán, sus acciones sólo confirmaron los rumores, pues después de la compra la obra fue resguardada en el Archivo Literario Alemán de Marbach.


No obstante, la venta de las obras de Kafka no se detuvieron. Esther Hoffe continuó vendiendo los documentos hasta el día de su muerte, cuando tenía ciento un años de edad.


Se puede pensar que la venta de los documentos de Kafka terminaría después de que Ester Hoffe falleciera. Sin embargo, no fue así, debido a que Esther dejó como herencia a sus hijas algunos documentos de Franz Kafka. Eva Hoffe, la hija mayor de Esther, deseaba seguir obteniendo beneficios de la obra del escritor checo, pero el Estado de Israel y el Estado Alemán decidieron actuar legalmente para que no se obtuvieran más beneficios monetarios y se cuidara la obra de Kafka. Eva Hoffe intentó apelar, pero en esta ocasión el Tribunal Superior de Israel declaró que Eva debía entregar el legado de Brod y los trabajos de Franz Kafka.


Aunque se entregaron los documentos, algunos de ellos estaban arañados por gatos, mojados o incluso rotos. Dejando en claro que no les importaba nada más que el dinero a través de la obra del escritor checo.


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