“El Ave Fénix”: El triste poema de Paul Éluard | MÁS LITERATURA

 

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“El Ave Fénix” es considerado uno de los poemas más tristes de Paul Éluard (1895-1952), porque en cada uno de sus versos se encuentra la terrible historia de la pérdida prematura de su esposa María Benz, quien utilizaba el seudónimo de Nusch Éluard y quien, en algún tiempo, fue modelo de Man Ray, Pablo Picasso y Joan Miró.

María Benz murió de un derrame cerebral, en 1946. Y esto le afectó severamente a Eugène-Émile-Paul Grindel, quien utilizaba el seudónimo de Paul Éluard. En consecuencia, el dolor sentimental se reflejaba en algunos poemarios, como en Le temps déborde(1947) y en Corps Mémorable (1948). 

A pesar de que Éluard era considerado un poeta dadaísta, surrealista y comunista. En su etapa adulta, se perciben versos maduros, sinceros y expertos, porque en su época de juventud experimentó mucho con otros artistas, principalmente con André Breton.

En su etapa adulta, conoce a Dominique, su último amor. Por tanto, su estado de ánimo cambia y se convierte en un escritor más reflexivo. Es en este momento cuando Paul Éluard escribe su poemario Le Phénix (1952), dedicando el libro a Dominique, pero también a María Benz.

Por este motivo, en los versos del poema “El Ave Fénix” se puede encontrar la melancolía de sus vivencias con María y su felicidad compartida con Dominique.

El Ave Fénix

Soy el último en tu camino
la última primavera y última nieve
la última lucha para no morir.

Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.

De todo hay en nuestra hoguera
Piñas de pino y sarmientos
Y flores más fuertes que el agua

Hay barro y rocío

La llama bajo nuestro pie la llama nos corona
A nuestros pies insectos pájaros hombres
Van a escaparse

Los que vuelan van a posarse.

El cielo está claro la tierra en sombra
Pero el humo sube al cielo
El cielo ha perdido su fuego.

La llama quedó en la tierra.

La llama es el nimbo del corazón
Y todas las ramas de la sangre
Canta nuestro mismo aire

Disipa la niebla de nuestro invierno

Hórrida y nocturna se encendió la pena
Floreció la ceniza en gozo y hermosura
Volvemos la espalda al ocaso

Todo es color de aurora.

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