Remedios Varo: Surrealismo y exilio | MÁS LITERATURA

 

Remedios Varo Surrealismo Exilio


Por: Ian Yetlanezi Chávez Flores

Remedios Varo es conocida por sus pinturas surrealistas, sus retratos mágicos y su difícil vida. Nació en España, pero pasó muchos años en Francia y México, aunque también una pequeña parte de su vida en Venezuela. En sí, se puede considerar a Remedios Varo como una ciudadana del mundo, aunque esto no se debe tanto por decisión propia, sino porque tuvo que escapar de los problemas sociales y políticos que ocurrieron en España y en toda Europa.

Desde muy temprana edad, Remedios aprendió diversas técnicas de dibujo, debido a que su padre Rodrigo Varo era ingeniero hidráulico y le enseñó y fomentó el interés por la ciencia y el arte. Sin embargo, a la edad de 8 años, fue enviada a una escuela católica que tenía normas muy estrictas en cuanto a costumbres religiosas. De este modo, la pequeña Remedios se refugió en los libros de ciencia ficción y aventuras, que expandían su imaginación y le hacían olvidar la ardua vida estudiantil.

A los 12 años desarrolló una serie de bocetos en los que retrataba a su familia, esto le permitió mostrar un gran talento como una futura pintora. En 1924, la familia de la pequeña Remedios se estableció en Madrid. En ese año, su padre la impulsa a ingresar en la Academia de San Fernando de Madrid. En dicha escuela, Varo hubiera conocido a Salvador Dalí. Sin embargo, el pintor ya había sido expulsado por sus actitudes que eran consideradas rebeldes.

La década de 1930 tuvo sus altos y bajos para el trabajo de la pintora. Por ejemplo, participó en una exposición de la Academia de San Fernando, después se casó con Gerardo Lizarraga y se muda a París. Posteriormente, regresa a España, donde se separa de Lizarraga en 1935.

En 1932, trabaja en la agencia de publicidad Thompson, sitio donde conoce a grandes artistas de vanguardia, como José Florit, Óscar Domínguez y Esteban Francés. Con este último artista, en 1935, Remedios Varo compartió un estudio y desarrolló obras vanguardistas en Barcelona, principalmente cadáveres exquisitos. Estos cadáveres exquisitos visualizan su labor vanguardista antes de establecerse directamente con el grupo surrealista de André Breton, en Francia.

En 1936, la pintora española compartió tres obras en la “Exposición Logicofobista”, en la Galería Catalònia de Barcelona. Este evento fue organizado por ADLAN (Amics de l’Art Nou), un grupo de artistas españoles que buscaban difundir el arte de vanguardia. Este arte proponía una oposición a los estándares académicos y lógicos en la pintura del siglo XX.

Lamentablemente, en 1936, estalla la guerra civil española y las condiciones sociales y económicas dificultaron la labor de la artista. Durante dicha época, conoce a Benjamin Péret, con quien se refugia en París y comienza una relación. Sus años parisinos son fructíferos, debido a que comparte tiempo, trabajo e ideas con el grupo surrealista de André Breton.

Dentro de sus grandes logros se encuentra la Exposición Internacional del Surrealismo, que se llevó a cabo en Tokio, en 1937. En dicha ciudad, los poetas Chiruu Yamanaka y Shuzo Takiguchi organizaron esta exposición, porque compartían los mismos intereses que los surrealistas parisinos. De hecho, Yamanaka fue traductor de Aragon, Éluard y Breton, mientras que Takiguchi se había convertido en un gran amigo de Miró y Breton.

En la Exposición Internacional del Surrealismo, Remedios Varo participó con su obra Pintura, donde se observa una serie de criaturas que se encuentran conectadas por aparentes telarañas, y por puntas afiladas que semejan a un mar que conectan a criaturas de cuerpos animales, humanos y, aparentemente, autómatas.

Asimismo, a finales de la década de 1930, Varo también exhibió sus obras tanto en París como en Ámsterdam. En Francia expuso Il était tard, mientras en Ámsterdam participó con la obra L’agent double.

A pesar de su gran éxito en diversas partes del mundo, llama la atención que, en 1940, la obra de Varo se conoce en México antes de que ella decida salir de Europa para encontrar refugio en el continente americano. Esto se debe a que, en 1940, el poeta peruano César Moro, junto a Wolfgang Paalen e Inés Amor, organizaron la Exposición Internacional del Surrealismo en la Ciudad de México. Es en dicho año cuando se muestra Recuerdo de la Walkiria dentro de la galería para que se apreciara con otros cuadros de diversos artistas surrealistas.

Como era de esperarse, existieron reacciones distintas sobre las obras surrealistas que se presentaron en México. Hubo quienes elogiaron la labor del grupo surrealista. Sin embargo, en México ocurría una situación histórica diferente a la de Europa, la Revolución había terminado hace unas décadas y José Vasconcelos desde la década de 1920 buscaba que el arte tuviera como objetivo reflejar y otorgar un sentido de identidad a México. Por tal motivo, los grandes muralistas compartían ciertos elementos de un imaginario bucólico, industrial, postrevolucionario y nacionalista en su arte. En consecuencia, cuando se presentaron las obras de Remedios Varo, Duchamp, Klee, Kandinsky, Magritte, y otros; Cardoza y Aragón, y Ramón Gaya criticaron la falta de agresividad y propuesta de las obras que se mostraban en la galería, incluso identificaron dicha exposición como un “surrealismo de receta”.

Afortunadamente, con el paso del tiempo, las obras vanguardistas han adquirido un significado diferente y se reconoce su importante propuesta en la historia del arte. No obstante, la obra de Varo tomó más tiempo en ser reconocida a nivel mundial, pues cuando Remedios Varo y Benjamin Péret arribaron a México, llegaron con grandes problemas económicos, con algunos traumas de la guerra y con un alivio de haber escapado del nazismo que suscitaba en la mayor parte de Europa.

Este tipo de situaciones se pueden saber por las cartas que Bejamin Péret escribía a sus amigos y conocidos. Por ejemplo, se encuentra el siguiente fragmento de correspondencia entre Péret y el poeta estadounidense Sherry Mangan. En este documento se pueden conocer ciertas dificultades que padecieron la pareja durante la ocupación nazi en Francia, como el difícil invierno sin comida y calefacción:

Finalmente decidí venir a la zona libre para tratar de llegar a México. Realmente no había manera de seguir viviendo en París. Llegó a ser demasiado siniestro. Tuvimos un invierno horrible, casi nada para comer, ni carbón (50 kilos para todo el invierno) y un frío de -10 durante casi dos meses. Imposible decir ni hacer nada públicamente. Todo me decidió a irme en espera de que se dibuje una nueva situación.

Carta de Benjamin Péret a Sherry Mangan. Marzo 1941.

Las dificultades de salir de Francia para intentar encontrar refugio en otro país, eran difíciles, puesto que el gobierno había cerrado sus fronteras y si alguien necesitaba salir de ese país, era necesario solicitar un salvoconducto al gobierno de Vichy para que las personas pudieran viajar a otra nación.

Sin embargo, como menciona María José González Madrid en su tesis Surrealismo y saberes mágicos en la obra de Remedios Varo, “El 8 de julio [de 1940] se aprobó un decreto que prohibía viajar o cambiar de domicilio a los residentes extranjeros”. Esto significaba que salir de Francia era una travesía tanto administrativamente como físicamente por los controles militares que existían en las fronteras.

A pesar de dichos controles de fronteras que existían en Francia, Varo y Péret lograron salir de tal país para llegar a Casablanca, Marruecos y, así, salir en el paquebote portugués Serpa Pinto con rumbo a México.

Sus movilizaciones forzadas se pueden percibir en diferentes obras de Remedios Varo, por ejemplo, en Vagabundo (1957), Internado ambulante (1962), Taxi acuático (1962), Trasmundo (1955), Hallazgo (1956), Huida (1961) y Esquiador (1960).

Este registro de su obra permite observar las dificultades que Remedios Varo padeció durante sus años en Europa y su difícil situación para crear arte en el antiguo continente. Sin embargo, puede pensarse que, arribando a México, la vida de Varo cambiaría inmediatamente, pero no fue así, debido a que su economía no era estable ni tampoco existía un gran reconocimiento de su obra durante los primeros años de habitar en el continente americano.

Asimismo, el cambio de continente afectó emocionalmente a la pareja de Varo, pues Péret extrañaba Europa, incluso en una carta que le escribió a Marcel Jean, en 1946, confesó lo siguiente: “América será muy bonita, pero yo ya estoy harto de vivir a 2 mil 400 metros de altura y me gustaría descender a un nivel que no exceda el de la Plaza Blanche”.

Por estas y otras situaciones, la relación entre Varo y Péret se tornó complicada, por lo que, en 1947, deciden separarse. Benjamin regresó a Francia, mientras que Remedios se dirigió a Venezuela, como parte de una expedición científica del Instituto Francés de América Latina. Su labor no fue nada sencilla: estudiar a los insectos de dicho país, principalmente a los mosquitos. Mientras hacía este trabajo, Varo también se encargaba de realizar carteles publicitarios para Bayer y, además, disfrutó por un tiempo de la compañía de su madre y su hermano Rodrigo, quien era médico y se encontraba trabajando en esa nación.

Dos años después de la separación, Remedios Varo regresó a México, y continuó realizando trabajos publicitarios. Sin embargo, en 1952, la artista se enamora de Walter Gruen, un empresario austriaco que encontró refugio político en México. En el país, Gruen abrió una tienda de discos de música clásica en la Sala Margolín, en la Ciudad de México. Esta tienda tuvo mucho renombre y, a su vez, le permitió tener ganancias monetarias considerables.

La economía de Walter le permitió apoyar e impulsar el trabajo de Remedios Varo. Por tanto, en 1952, cuando se juntan, la artista dejó la publicidad y se dedicó a trabajar exclusivamente en su arte, aunque esto ya lo llevaba haciendo décadas atrás.

Durante 1955 y 1956, el éxito de Varo incrementó después de presentarse colectiva e individualmente en dos exposiciones de la Galería Diana. Inmediatamente, el público comenzó a abrirse más con el trabajo de la artista y también permitió separar el nacionalismo y la identidad mexicana que la escuela muralista inundaba en las galerías. La obra de Varo fue aceptada por Alfonso Reyes y Edward James, dos artistas que contaban con un renombre ya muy marcado en los círculos sociales y artísticos de México.

 A inicios de la década de 1960, Remedios comenzó a tener mayor actividad en la creación de sus obras. No obstante, sus temas se convertían en un asunto más complejo y espiritual, debido a que su obra ya no la consideraba surrealista, sino algo propio que combinaba temas de su interés, como el misticismo, el tarot, la religión, la ciencia, el viaje o la alquimia. Esto se puede observar en Nacer de nuevo, La nave astral o en El esquiador.

Su trabajo fue reconocido tanto en la Segunda Bienal Interamericana de México (1960) como en su segunda exposición individual en la Galería Juan Martín (1962). Lamentablemente, en 1963, Remedios Varo murió por causa de un infarto, dejando inconcluso su cuadro Música del Bosque, cuya idea reafirmaba una unidad entre la humanidad, lo metafísico y la naturaleza.


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