Rosario Tijeras, una historia de (des)amor en que la venganza es justicia | MÁS LITERATURA

 

Rosario Tijeras La novela sicaresca

Por: Karla Portela Ramírez


Al interior de la literatura contemporánea, en Colombia destaca el género de la novela urbana, dentro de la cual a su vez se distingue la llamada “sicaresca”. ¿A qué se llama novela sicaresca? El término lo acuñó Héctor Abad Faciolince (periodista y escritor colombiano autor del libro El olvido que seremos, recientemente adaptado al cine con el mismo título por Fernando Trueba) para referirse a relatos sobre sicarios, textos novelados sobre los jóvenes asesinos al servicio del narcotráfico en Colombia. Así, “sicaresca” no es sinónimo de “novela del sicariato”, porque este último término podría sugerir la existencia de textos literarios escritos por sicarios, lo cual no existe (Van der Linde, 2014, p. 14).


El personaje principal en la novela sicaresca no es el sicario, sino una de las varias personificaciones de la delincuencia juvenil y la voz que escuchamos no es la de estos jóvenes criminales, sino la de alguien cercano a ellos. El narrador suele ser un intelectual o persona educada que tiene la capacidad de hacer inteligible al sicario y su mundo. Además, las novelas sicarescas no son obras de la violencia; si bien, plantean un mundo imaginado que tolera lo intolerable, la violencia de la vida urbana, los temas que abordan son existenciales.


En el caso que nos ocupa la figura central es una mujer, cuya representación brilla por la sexualización con propósitos comerciales. Ciertamente esta novela autoría de Jorge Franco, publicada en 1999, ha destacado por su rentabilidad: en el 2005 fue llevada al cine bajo la dirección de Emilio Maillé; cinco años después reapareció en Colombia como serie televisiva; y, aún seis años más tarde la historia de Rosario Tijeras cobró vida de nuevo, esta vez en la pantalla chica mexicana y como adaptación de la serie colombiana.   


Rosario Tijeras libro


Rosario Tijeras es un relato sobre una joven mujer delincuente, sicaria y prostituta, victimaria y víctima, narrado por Antonio, su oculto y eterno enamorado, su parce, en palabras de ella. La belleza corporal de Rosario indefectiblemente despierta el deseo, quizá esto explica que esté rodeada de hombres, personajes masculinos que luchan entre sí por poseerla –Ferney, Emilio y Antonio– o que por la fuerza y con toda violencia le han poseído –su padrastro y aquel hombre que violó–. Aunque quizá sus verdaderos dueños, son ellos, “los duros” para quienes “trabaja”. Sólo el amor de Johnefe, su hermano, está exento de tintes libidinosos.


Siendo una novela correspondiente a la sicaresca, sobre sicarios, Rosario no relata su historia, por lo contrario ésta es narrada por alguien muy cercano e incondicional a ella, Antonio. En otras palabras no es el caso de un narrador protagonista, sino de un narrador testigo, que participa de la acción, de los hechos, observa y cuenta la historia de otro, aunque desde su punto de vista. Asimismo, el eje de la narración no es la violencia, a pesar de su presencia expresa o tácita a lo largo del relato, sino un tema existencial: el amor no correspondido que decide callar y vivir en la sombra.


Rosario Tijeras es una novela de (des)amor que en el reencuentro después de tres años sin verse, sin tener noticias de ella, Antonio descubre que en su corazón, como en el reloj de pared que continuamente observa mientras espera a tener noticias sobre el estado de salud de su amada, no ha pasado el tiempo. Su sentir, su padecimiento permanece intacto: es esclavo de Rosario.


Rosario Tijeras Película colombiana


¿Quién es Rosario? Es hija de una pareja que bajó del campo a la ciudad para buscar mejor vida allí, al no encontrar lo esperado, se instalaron en la parte alta de la ciudad para dedicarse al rebusque. Sobre su papá sólo se sabe que las abandonó cuando ella nació; su mamá trabajaba como sirvienta y en sus ratos libres devoraba telenovelas –Esmeralda, Topacio, Simplemente María…–. Ahí aprendió que podía salir de pobre si aprendía costura, lo cual no sucedió, aunque ahora tenía un oficio, ser modista. Como tal, las tijeras eran un instrumento con el que convivía diario, no sólo para cortar tela, sino pollo, carne, cabello y uñas; incluso le servían para amenazar a su nuevo marido. Todo esto lo observó Rosario y de una u otra forma podría decirse que lo heredó.


Más que un mote, “Tijeras” representa una herencia: pobreza y violencia que impulsan para hacer justicia por mano propia, para obtener por sí misma lo que la vida desde el inicio le ha negado: respeto y lugar dentro de la sociedad. El apellido de Rosario, Tijeras, es un recordatorio de su primera víctima, además de una advertencia sobre lo que sucederá a quienes se metan con ella. ¿La violencia que ejerce Rosario es venganza que hace justicia?  Lo cierto es que Tijeras no es su nombre, sino su historia, la cual no eligió, le fue impuesta. Determinaron su vida y le cambiaron el apellido contra su voluntad; al principio sintió disgusto, después se acostumbró y terminó por gustar de su nueva identidad. Rosario es ídolo en las comunas de Medellín.


Rosario Tijeras Serie colombiana


A Rosario la vida no le dejó pasar ni una, todas sus historias se reducen a una sola: “Rosario buscando infructuosamente ganarle a la vida.” Por eso se defendió tanto creando a su alrededor un cerco de bala y tijera, de sexo y castigo, de placer y dolor. Ella es antídoto y veneno; al que quiere curar, cura, y al que quiere matar, mata. Quizá a esto se deba que sus besos tienen a sabor a muerto. Rosario y muerte son dos ideas inseparables; no se sabe quién encarna a quién, pero son una sola. Paradójicamente, Rosario no siente temor por su muerte, pero sí a la de los otros. Igualmente desconcertante resulta saber que Rosario dejó de practicar el satanismo porque no le gustó la música, ese ruido tan pusilánime. A ella le gustaban “las canciones bonitas, las de amor, que no pueda entender lo que dicen y que digan cosas bacanas.” A pesar de su temperamento violento y sequedad para amar, a Rosario le gustan las canciones de María Conchita, Juan Gabriel, Paloma, Perales, gente bacana que canta con la mano en el pecho y los ojos cerrados.


Ante los ojos de Antonio, Rosario es bella, violenta y con un punto de vista sensato. Lo que les ha unido es la adversidad, ella siempre buscando milagros y el sintiéndose como su único acompañante. A ella la rechazan y cae en soledad, él se siente privilegiado por ser su parce, “su parcerito”. Mientras Antonio cree que su relación se sostiene en tres pilares, alma, cuerpo y razón, alguien de su familia le condena al decir “tú adicción no es a las drogas, sino a la mierda”, refiriéndose a su relación con Rosario. Aún el fondo él lo sabe y lo reconoce, en sus últimos encuentros ha sentido pereza y cansancio de quererla otra vez. Cuando ella le busca de nuevo tras desaparecer por algún tiempo, lo que él siente es malestar al saber que nada cambia: “Ya nos estábamos aprendiendo la historia de memoria, la rutina que utilizábamos para engañarnos…”


Decidir sacársela de la cabeza hacía que la vida comenzara a saber mejor, pero aquí está de nuevo, al pendiente de ella, su único acompañante, su parce fiel que espera que una vez más Rosario le gane a la vida, a la muerte, a la suerte… Durante la espera, recuerda, recuenta, nos cuenta la historia de una joven mujer piel canela, carne firme que ahora está muriendo, después de tanto esquivar la muerte… Es la historia sobre una personificación de la delincuencia juvenil en Medellín, la Colombia contemporánea, narrada por un joven educado perteneciente a la clase rica, capaz de hacernos inteligible el mundo de Rosario, la realidad social en la arista del marginado, la escena urbana en que la muerte es celebración de un tipo de vida abyecto. Aunque el tema, como fue dicho al inicio, no es la violencia, sino un tema existencial, se trata del relato de alguien enamorado que en el trascurso de narración nos mantiene en vilo, no tanto por el desenlace de la lucha que se desarrolla en el quirófano, Rosario una vez más contra la muerte, sino por descubrir si cuando ella vivía, durante algunas de esas largas conversaciones en que ella desnudaba su alma ante él y solamente una vez su cuerpo, él le confesó su amor, y en su caso, cuál fue su reacción… Sólo cuatro páginas antes de la última, tendremos respuesta…


Referencia:

Van der Linde, C. (Ed.). (2014). ¡Pa´ las que sea parce! Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética. Ediciones Unisalle.

 

Libro reseñado:

Rosario Tijeras

Jorge Franco Ramos

Plaza & Janés

Fecha de publicación original, 1999

Sexta edición: febrero del 2000

 

*Karla Portela Ramírez. Asidua lectora por placer y por necesidad. En el asombro y curiosidad constantes dedica su vida a la filosofía. Esto le ha llevado a navegar entre las letras de Schopenhauer, la obra de John Dewey, las ideas de la Escuela de Frankfurt y el pensamiento filosófico de los pueblos originarios. Hoy día vive en Casa de la Filosofía y en cómplice compañía de su amado organiza filocafés y filmosofías, además de ofrecer asesoría filosófica a quien que desee profundizar en sí mismo.  

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