5 escritoras mexicanas al borde del olvido | MÁS LITERATURA

 

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Las escritoras han luchado a través de la literatura para que su trabajo sea reconocido a lo largo de la historia. Sin embargo, esto ha sido un reto porque, en México, sólo ocupan un tercio de los espacios que se ofrecen para divulgar obras literarias. Esto ha generado que grandes plumas no se incluyan en antologías o en cátedras universitarias y, en consecuencia, ha existido una especie de olvido de diversas artistas a lo largo del tiempo. Por tal motivo, para luchar contra ese olvido, presentamos a 5 escritoras mexicanas: 

María Elvira Bermúdez



María Elvira Bermudez

María Elvira Bermúdez nació en Durango, el 27 de noviembre de 1916. Escribió cuentos, ensayos, teoría literaria y una novela (Diferentes razones tiene la muerte). Por sus grandes aportes sobre el género policiaco en México, el poeta Marco Antonio Campos la nombró como “La Agatha Christie mexicana”.

La escritora innovó en el género policiaco de diferentes formas. Sin embargo, destaca una, que es la creación del primer personaje mujer que desempeña el rol de detective dentro de diversas narraciones.

La personaje se llama María Elena Mora que, de acuerdo a las palabras de Lorena Rojas, ella es “la primera mujer detective de las letras mexicanas, un ama de casa inteligente, curiosa y aficionada a resolver enigmas”.

María Elena Mora puede encontrarse en diversos textos, principalmente en “Detente sombra”, “Las cosas hablan” y “Precisamente ante sus ojos”.

Por su vasto conocimiento sobre el género policiaco, María Elvira Bermúdez elaboró estudios preliminares y prologó algunos libros de la colección “Sepan cuántos…”, de Porrúa.

Su estilo es misterioso, mostrando a los personajes llegando hasta el límite para, de alguna manera, adentrarse hasta los temas más humanos, como es la soledad, el amor y la muerte. Sobre este tema, Ignacio Trejo apunta lo siguiente:

Publicó La vida familiar del mexicano, ensayo de corte sociopsicológico, y la antología Los mejores cuentos policiacos mexicanos, aunque esos trabajos no habrían de ser precisamente lo que la distinguiera en el ámbito de las letras nacionales, sino sus textos de ficción, divididos claramente en dos parcelas: en una, subyacen historias donde la experiencia humana atendida desde las perspectivas más disímbolas (la soledad, la muerte, el amor, la traición y su contraparte la fidelidad...) aflora como un abanico de propuestas para entendérselas mejor con el destino: si la desdicha o el momento postrero son inevitables, hay que enfrentarlos de tú a tú hasta desenmascararlos; en otra, campean asuntos de índole policial, criminológico. Y en ambas se desenvolvió con una seguridad incuestionable.

Los libros que destacan de María Elvira Bermúdez son Cuentos herejes y Encono de hormigas. En cada uno de los relatos se encuentran temas tan complejos como el desamor, las rupturas familiares, la falta de ideales y problemas existencialistas que muestran al ser humano de una manera vulnerable. Aunque sus textos estén plagados de atmósferas dolorosas, leer a María Elvira es una fascinación disfrutable por su gran sentido del humor, que es oscuro, ácido e irónico.

Nellie Campobello

Nellie Campobello


Francisca Ernestina Montoya Luna, mejor conocida como Nellie Campobello, fue una mujer revolucionaria tanto en los aspectos sociales como en los artísticos. Nació el 7 de noviembre de 1900, en Durango.

A su corta edad, vivió y presenció la violencia que existió durante la Revolución mexicana. Tiempo después, esto la motivó a escribir Las manos de Mamá, Cartucho y Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa.

Sobre Cartucho aclara que nuca había leído ningún libro sobre la Revolución mexicana, y que durante ese periodo sólo se contaban historias o leyendas sobre la crueldad de las personas que participaron en la guerra:

“Conviene aclarar aquí que en la época que escribí Cartucho, yo no había leído ningún libro de la Revolución, ya estuvieran escritos con acierto o sin él. Creo que eran bien pocos, y entiendo, por lo que se contaba de boca en boca, que estaban plagados de leyendas o composiciones truculentas, representando a los hombres de la Revolución con acentos crueles, en ángulos vulgares”.

Incluso en una entrevista que Emmanuel Carballo le realizó, Nellie Campobello declara que la narrativa de Mariano Azuela no es buena, y está plagada de testimonios que podrían considerarse falsos. Para ella, el mejor escritor sobre temas de la Revolución mexicana es Martín Luis Guzmán.

Emmanuel Carballo: ¿Qué opina de Mariano Azuela?

Nellie Campobello: Mariano Azuela contó en sus novelas puras mentiras. Como un mal actor, se sobreactuó en lo que dijo sobre la Revolución, sobre los revolucionarios. Es un escritor en blanco y negro.

Emmanuel Carballo: ¿Le interesan, de las memorias de José Vasconcelos, los pasajes que se refieren a la Revolución?

Nellie Campobello: Su testimonio sobre la revolución es endeble: es sólo un desahogo.

Emmanuel Carballo: Y de Martín Luis Guzmán, ¿qué opina?

Nellie Campobello: El señor Guzmán es, para mí, el mejor escritor de la Revolución. El águila y la serpiente me gusta más que La sombre del caudillo. Las Memorias de Pancho Villa están basadas en la persona y la personalidad del general: recogen sus verdaderos actos, su manera de hablar.

Con esto, se observa que Nelli Campobello no sólo se dedicaba a escribir poesía, narrativa y periodismo, sino también era una crítica mordaz de su época, porque no ocultaba la verdad a los demás.

Un dato importante de la escritora es que no sólo se dedicó a la literatura, sino también a la danza. Ella y su hermana mayor (Gloria Campobello) fueron coreógrafas y bailarinas. Incluso, durante la administración del presidente Lázaro Cárdenas, se encargaron de la coreografía para conmemorar el inicio de la Revolución mexicana.

Su constancia en la danza, la llevó a ocupar el cargo de directora de la Escuela Nacional de Danza (1937-1984).

Lamentablemente, en 1984, Nellie Campobello misteriosamente desapareció. Ante esta situación la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal descubrió que la artista había muerto el 9 de julio de 1986.

De igual manera, la Comisión descubrió que antes de morir, Nellie no pudo disfrutar de su libertad, porque fue privada de ella por su alumna (María Cristina Belmont) y su esposo (Claudio Niño Cienfuentes).

Guadalupe Dueñas

Guadalupe Dueñas


Guadalupe Dueñas nació en Guadalajara, el 19 de octubre de 1910. Es considerada como una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX. Incursionó en el guion, ensayo y cuento. Su estilo era breve, certero y conciso, incluso Emmanuel Carballo catalogó a la literatura de Dueñas como un mundo entre lo real y lo simbólico:

El mundo de Guadalupe Dueñas oscila entre la aspereza y la ternura: es agridulce. Mitad realista y mitad simbólico. Estos dos planos no se contraponen, se complementan. El símbolo la ayuda para encararse con las abstracciones, para volverlas tangibles, sensibles.

En 1958, publicó Tiene la noche un árbol. En este su primer libro, se pueden leer 25 diferentes historias en las que destaca la mujer como protagonista o se presenta como voz narrativa.

En muchos de sus textos se encuentra un estilo meticuloso que se mezcla sutilmente con la ironía, jugando con el lenguaje y siendo precisa en cada oración que escribía. Sin embargo, Guadalupe Dueñas no sólo se distingue por su técnica, sino también por su gran postura de reflejar el importante papel de la mujer en la sociedad. En ocasiones, esto lo comunica de una manera triste o resignada, en otras situaciones lo hace de una manera firme, disciplinada y transgresora.

A pesar de que su actividad literaria fuera intensa y grandiosa, Guadalupe Dueñas prefería la soledad para poder leer y escribir. No obstante, ella declaró que la soledad no era romantizar el trabajo de escritora, sino una consecuencia de su personalidad:

Nunca pude lograr amistades verdaderas ni con hombres ni con mujeres ni con perros. Estoy absolutamente sola por dentro. Tan sola que toda mi necesidad afectiva se vuelve literaria.

Lamentablemente, Guadalupe Dueñas muere el 13 de enero de 2002. Sólo queda recordar aquella frase que tanto mencionaba “En mis cuentos no existe la fantasía”. Esto lo pronunciaba porque gran parte de su literatura no es ficción, sino anécdotas disfrazadas de otra verdad.

María Enriqueta Camarillo

María Enriqueta Camarillo


María Enriqueta Camarillo nació en Coatepec, Veracruz, en 1872. A muy temprana edad, ella y su familia se mudaron a la Ciudad de México. En dicho lugar, María estudió piano en el Conservatorio de Música, y ahí es donde conoció las composiciones de Moszkowski. Como admiraba mucho a este artista, decidió utilizar su apellido como seudónimo para publicar sus dos primeros libros de poesía, pues a principios del siglo XX, era difícil que una mujer fuera publicada y leída.

María Enriqueta Camarillo escribió prosa, poesía y también tradujo diversas obras del francés. Su labor literaria fue tan intensa que, tiempo después, su obra comenzó a ser conocida por su nombre y no por su seudónimo.

Así, María Enriqueta fue elogiada como una escritora del Modernismo Hispanoamericano. Desde entonces, su obra recibió una buena acogida por parte de los críticos y los lectores. Incluso Ramón López Velarde y Gabriela Mistral elogiaron sus libros.

En 1951, fue candidata para recibir el Premio Nobel. Sin embargo, lo ganó el escritor sueco Pär Lagerkvist.

A pesar de que María Enriqueta se encontraba en estándares muy altos de escritura literaria, su nombre no es muy recordado en ámbitos académicos y/o artísticos.

Lamentablemente, como sucede con muchas escritoras, murió en soledad a los 96 años.

Inés Arredondo

Inés Arredondo


Inés Arredondo es una de las escritoras mexicanas más sobresalientes del siglo XX. Nació en Sinaloa, en 1928. Fue ensayista, cuentista y novelista. Ganadora del premio Xavier Villaurrutia, en 1979.

Sin embargo, antes de dedicarse al mundo de las letras, cursó algunas materias de la licenciatura en Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre muchas de sus lecturas, comenzó a estudiar los libros de Friedrich Nietzsche y de Søren Kierkegaard, esto generó que cuestionara todos los preceptos sobre la concepción de Dios.

La lectura de dichos filósofos y el ambiente escéptico y ateo dentro de la Facultad de Filosofía y Letras, no le ayudaron mucho a Inés Arredondo, pues cayó en una profunda crisis existencial que casi la lleva al suicidio.

Este problema la hizo consultar médicos, porque para ella “la vida sin Dios no tiene sentido”. Ante tal declaración, un médico le recomienda que cambie de carrera. Por tal motivo, en 1948, comienza a estudiar Letras Hispánicas.

Desde dicho momento, la literatura la mantendría ocupada para alejarse de cualquier pensamiento suicida. No obstante, su vida la seguiría viendo como algo que no tenía sentido, y como algo por lo que debíamos vivir porque no quedaba otra opción. Al respecto, Cynthia Steele menciona que la vida de Inés Arredondo no fue nada sencilla a pesar de tener un gran éxito en las letras mexicanas:

La vida de Inés Arredondo no fue Precisamente un cuento de hadas […] esta escritora tenía siempre una sensación de “amargo vacío”. No era ni desprecio, sino vacío […] Inés nunca me dio la impresión de ser feliz. Su actitud era triste, desesperanzada […] un sentimiento que fue físico y a la vez ontológico. Sufrió varias operaciones en la columna vertebral que la recluyeron casi por completo en una silla de ruedas […]  La vida -sin Dios, sin salud, en un México que era como un callejón sin salida- le parecía sin sentido. Pesimista, a su propia generación literaria la veía destruida, envuelta en calamidades.

Esta situación tan compleja de su vida, se puede ver en su libro de cuentos La señal y en su novela Opus 123. En estas dos obras critica indirectamente los conceptos religiosos y cómo estos generan ciertos valores que establecen una vida desigual sin un futuro preciso.

Por este tipo de temáticas, Inés Arredondo es considerada como una de las más importantes escritoras de la denominada Generación de Medio Siglo. Sin embargo, su nombre no aparece en tantas antologías sobre cuentos o ensayos del siglo XX, aun cuando existe una gran calidad literaria en todos sus libros.

Lamentablemente, después de dos intentos de suicidio, ser diagnosticada como maniaca-depresiva y pasar sus últimos años de vida en cama, Inés Arredondo murió el 2 de noviembre de 1989.

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