¿Qué es el Existencialismo? De Kierkegaard a Sartre | MÁS LITERATURA

 

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Por: Ian Yetlanezi Chávez Flores*

Para dar una explicación a este tema, es necesario contextualizar cuatro aspectos de manera breve. Primero, el existencialismo surge por diferentes consecuencias históricas en las que convergen sucesos filosóficos, artísticos y sociales a través de los siglos. Segundo, con el auge del protestantismo a finales de la Edad Media e inicios del Renacimiento, el humano comenzó a preguntarse sobre el funcionamiento de las instituciones religiosas. Esto generó que algunas personas cuestionaran la idea de Dios como creador del todo.

Tercero, el humano al no aceptar la idea de Dios como creador del todo, necesitó creer en algo que no lo dejara en la nada. Por tanto, el pensamiento lógico y racional empezó a cobrar relevancia en la cultura occidental. Basta recordar la famosa frase de René Descartes: Cogito Ergo Sum, o mejor dicho: Pienso, luego existo.

Cuarto, después de Descartes, el pensamiento lógico y racional cobra una mayor relevancia durante el siglo XIX, pues los científicos y académicos positivistas, refuerzan la idea de que todo existe por una razón, y esa razón tiene una lógica que puede estudiarse a través de un método.

En este sentido, el humano ya no se observa a sí mismo como una creación divina, sino como una consecuencia racional que debe analizarse por medio de la ciencia.

Aquí es donde nos detendremos un momento, porque durante el siglo XIX nace Soren Kierkegaard, la principal figura del existencialismo. Él creía que el pensamiento racional sólo permitía entender lo concreto. Es decir, sólo se podían estudiar los objetos a través de los hechos. Y, esto, aunque permitía comprender ciertos fenómenos del mundo, no permitía comprender la vida exterior e interior del ser humano. Por tal motivo, Kierkegaard escribió en su libro Post-Scriptumque “El pensamiento abstracto desvía su mirada del hombre concreto en beneficio del hombre en sí”.

En este sentido, él menciona que la única manera para encontrar la verdad era por medio de lo subjetivo, porque así el humano podría ser consciente de su verdadera existencia. Por tanto, Kierkegaard propone que el ser humano debe ser un pensador subjetivo, pues como menciona en Post-Scriptum: “el pensador subjetivo comprende lo abstracto: ser un hombre en lo concreto: ser tal hombre particular existente”.

Sin embargo, los pensadores subjetivos no son personas dedicadas a la ciencia, sino que Soren Kierkegaard se refiere específicamente a los artistas porque, de acuerdo a sus palabras: “Existir es un arte. El pensador subjetivo es bastante estético para que su vida pueda tener un contenido estético, bastante ético para regularla, bastante dialéctico para dominarla mediante el pensamiento”.

Teniendo como base esto, podemos observar que el existencialismo de Kierkegaard se enfoca en otorgar al ser humano un sentido vital para habitar el mundo. No obstante, este sentido vital se vuelve a centrar hasta cierto punto en una divinidad. En su libro Ejercitación del cristianismo podemos observar cómo hace una referencia directa a Jesús: “El ser de la verdad tiene su desdoblamiento en mí, en él; de suerte que tu vida, la mía, la suya, es el ser de la verdad, del mismo modo que la verdad fue en el Cristo una vida, pues él fue la verdad. Dicho de otra forma, yo no conozco la verdad más que cuando se hace viva en mí”.

Por otra parte, arribando a inicios del siglo XX, el existencialismo llegó hasta Miguel de Unamuno, quien aprendió danés para leer específicamente la obra de Soren Kierkegaard. Tras leer las obras de dicho filósofo, Unamuno escribió uno de sus libros más importantes: Del sentimiento trágico de la vida. En este texto reflexiona sobre la lucha quijotesca que el humano enfrenta contra la nada. Y al igual que Kierkegaard, no está de acuerdo que el pensamiento lógico pueda entregar una verdad sobre la existencia del ser humano. Incluso reflexiona sobre las matemáticas, declarando que “Las matemáticas prueban un orden, una constancia, una razón en la serie de los fenómenos mecánicos, pero no prueban que esa razón sea consciente de sí. Es una necesidad lógica, pero la necesidad lógica no prueba la necesidad teológica o finalista. Y donde no hay finalidad no hay personalidad tampoco, no hay consciencia”.

Con esto, Unamuno también le declara la guerra al pensamiento lógico y propone que el humano reflexione sobre la necesidad de vivir y sentir todo aquello que no es catalogado como razonable. Es decir, las personas debían adentrarse a mundo interpersonal donde se encuentra lo ilógico y lo sensorial. Sin embargo, para Unamuno el existencialismo no era ateo, sino teísta. El filósofo español creía que el humano se encontraba en el mundo por razones divinas.

“Y tan de las entrañas del hombre arranca esta necesidad vital de vivir en un mundo ilógico, irracional, personal o divino, que cuantos no creen en Dios, o creen no creer en Él, creen en cualquier diosecillo, o siquiera en un demoniejo, o en un agüero, o en una herradura que encontraron por acaso el azar de los caminos, y que guardan sobre su corazón para que les traiga buena suerte y les defienda de esa misma razón de que se imaginan ser fieles servidores y devotos”.

A pesar de que Kierkegaard y Unamuno dieran continuidad a la idea de que la verdad se encuentra en el pensamiento subjetivo, José Ortega y Gasset rompe con esto y declara que leer a Kierkegaard lo enferma por su estilo dramático, porque esto lleva a pensar que la existencia del humano es angustiante y teísta. Por tal motivo, para Ortega y Gasset, la razón del humano en el mundo no se encuentra en una situación angustiante, tampoco la existencia del humano se debe gracias a la obra mágica de una divinidad. Aquí es donde comienza la explicación existencialista atea, pues para Ortega, el humano es un ser arrojado al mundo para enfrentarse con cada circunstancia durante su vida. En su prólogo a Obras, de 1932, Ortega y Gasset escribió que “el hombre es libre, quiera o no, ya que, quiera o no, está forzado en cada instante a decidir lo que va a ser”. Con esto explica su famosa frase de 1914, que imprimió en su libro Meditaciones del Quijote, y es: “yo soy yo y mi circunstancia”.

La pregunta que aquí radica es la siguiente: ¿De quién habré escuchado estos razonamientos? Sí, si pensaste en Jean Paul Sartre, es correcto. Sin embargo, estas reflexiones filosóficas de Sartre aparecen en 1945, cuando el intelectual francés brindó una conferencia titulada El existencialismo es un humanismo, en esta conferencia mencionó que “El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Este es el primer principio del existencialismo”. Sí, y de aquí nace la famosa frase “La existencia precede a la esencia”.

Y aunque en ese párrafo mencionara a Karl Jaspers, Gabriel Marcel y Martin Heidegger, nunca mencionó a Ortega y Gasset quien, en 1935, escribió Historia como sistema y declaró que “El hombre es el ente que se hace a sí mismo, un ente que la ontología tradicional sólo topaba precisamente cuando concluía y que renunciaba a entender: la causa sui. Con la diferencia de que la causa sui sólo tenía que esforzarse en ser la causa de sí mismo, pero no en determinar qué sí mismo iba a causar”.

Sí, lamentamos decir que Sartre tenía muchos reflectores y por eso es una figura representativa del existencialismo. Sin embargo, los filósofos españoles fueron quienes primero leyeron, tradujeron y reflexionaron a Soren Kierkegaard. Y, de este modo, establecieron bases sólidas.

También lamentamos demostrar que el existencialismo no surge directamente por la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial. Es cierto, influyen los conflictos bélicos, pero después de revisar de manera breve la idea del existencialismo, esta corriente filosófica comienza desde que el humano intenta responder por qué existe algo y no nada. Sin embargo, quien mencionó por primera vez el concepto “filosofía existencial” fue Soren Kierkegaard y esto sucedió en el siglo XIX.

Bueno, después de esta breve explicación nos podemos preguntar ¿Qué es el existencialismo?

El existencialismo es una corriente filosófica en la que se intenta responder cuál es el motivo por el que el humano se encuentra en el mundo. En este artículo sólo hemos explicado dos vertientes. La primera es el existencialismo teísta, que busca ir en contra del pensamiento lógico y establece que la razón por la que nos encontramos con vida y en el mundo se debe a un ser divino. La segunda es el existencialismo ateísta, que busca explicar a través de un método lógico que el humano no fue creado por un ser divino, sino que fue arrojado al mundo para enfrentarse ante él y sus circunstancias. Así cada acción que realicemos influye en nuestro modo de vida y en los cambios sociales. De tal manera, las consecuencias buenas o malas que vivimos no son por un “plan divino” o porque “Dios así lo quiso”, sino que son las repercusiones de nuestros actos dentro de una vida individual y social.


*Ian Yetlanezi Chávez Flores es Licenciado en Letras Latinoamericanas y Maestro en Humanidades por la Universidad Autónoma del Estado de México. Fue asistente de investigación en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CDMX). Formó parte de un programa de investigación de la Universidad de Harvard (Policy and Institutional Research Program). Asimismo, realizó una estancia de investigación en el Instituto Centroamericano de Estudios Sociales y Desarrollo, en Guatemala. Fundó Más Literatura y ahora dirige dicha revista de divulgación cultural. Ha escrito Voyerismo en las escaleras y Open the door to Centroamérica.

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