Historia del cine de horror | MÁS LITERATURA

 

Historia del cine de horror


Vampiros, momias, demonios, el cine de horror tiene estos y más personajes provenientes de la literatura y no sólo de los clásicos de la literatura gótica, como es el caso de El castillo de Otranto, Los misterios de Udolfo, El monje, Frankenstein, Drácula o El misterioso caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, sino también de textos mucho más antiguos, como la Biblia o el Corán, obras en las que se habla de brutalidad, injusticia, demonios y el más allá.

Los monstruos han sido una parte indispensable del cine y esto lo supo Selig Polyscope Company que realizó, en 1908, una pequeña adaptación de uno de los monstruos más conocidos del mundo: El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, mostrando con esta película el lado oscuro de la humanidad.

En 1910, Edison Studios continuó produciendo cine de horror, realizando una versión de 15 minutos de Frankenstein, a quien podemos nombrar como el ser sin nombre que vuelve a la vida gracias a la siniestra ciencia. En 1920, el horror se convirtió en un estado puro de suspenso, gracias al trabajo de Robert Wiene, quien dirigió y creó la película El gabinete del Dr. Caligari, una de las historias más retorcidas donde un hipnotista convierte a un sonámbulo en asesino.

El estilo de Wiene se enfocó en el arte expresionista, reflejando temáticas oscuras, existencialistas y donde la realidad se convirtió en un problema, porque aparentemente todo alrededor del humano se deforma y se transforma en lo inconcebible: el horror de darse cuenta que la vida no es tan maravillosa.

Bajo esta temática, en 1922, Murnau creó el maravilloso filme Nosferatu. Este fatalismo, la falta de comprensión del mundo y la duda de por qué el humano se ha vuelto en un problema en diversos ámbitos, se debía a que las personas se enfrentaron a batallas sanguinarias y sin sentido, como es el caso de la Primera Guerra Mundial, evento histórico que marcó a muchos artistas como al pintor Otto Dix que, con su un estilo único, retrató el fatalismo y la crueldad que la sociedad alemana vivía a inicios del siglo XX debido a los conflictos bélicos.

Las guerras no sólo desestabilizaron la paz entre naciones, sino también la economía. Por ejemplo, en la década de 1920, Universal Pictures necesitaba salvarse de la bancarrota y todo empeoraba durante esos años porque la Gran Depresión se estaba asomando en el cementerio de las empresas. Así que Universal apostó por el horror para salvarse de esa tragedia económica, por lo que, en 1931, estrenó Drácula y Frankenstein. En 1935, la compañía lanzó al público La novia de Frankenstein. Las películas no contaban historias nuevas, pero sí entretenidas, demasiado entretenidas para un pueblo norteamericano que necesitaba de un espectáculo que le hiciera olvidar la pobreza en la que vivían debido a sufrir los estragos de la Gran Depresión. 

De esta manera se puede decir que el cine también manipulaba masas y generaba grandes ganancias monetarias, de esto se dieron cuenta diversas compañías y decidieron apostar por hacer cine de horror. RKO fue una de las productoras que decidió sumarse a este tipo de cine, pero invirtiendo menos dinero al presupuesto, porque lo que le importaba a la compañía era crear cine con los nuevos talentos, ya que los actores y las actrices podían poner los pelos de punta de los espectadores sólo usando escenas que sugirieran o insinuaran un evento terrorífico. Así, en 1942, lanzan Cat People.

Para 1950, ya habían pasado dos guerras mundiales y se lanzaron bombas atómicas en Japón. Todos estos eventos generaron una paranoia entre diversas naciones, principalmente entre Estados Unidos y la URSS, por lo que se intensificó la Guerra Fría y, en consecuencia, los gobiernos creían que se iban a atacar en cualquier momento. Para evitar esto, invirtieron mucho dinero para espiarse con la mejor tecnología. Dentro de este contexto, en el cine apareció una nueva era del horror donde se mezclaba con la ciencia ficción. Es decir, apareció el famoso subgénero horror de ciencia ficción. Películas como El enigma de otro mundo o Los invasores de cuerpos reflejaron el horror que pueden sentir las personas al descubrir seres de otros planetas que intentan acabar con la humanidad. De este modo, se reivindicó el patriotismo contra la amenaza del otro que, traducido de otra manera, las películas reflejaron la lucha entre Estados Unidos y la URSS.

Las películas de horror de ciencia ficción no fueron lo único que destacaron durante la década de 1950, sino también las películas de horror gótico de Hammer Studios, que mezclaban violencia, sangre y escenas sexuales. Así aparece La maldición de Frankenstein, en 1957. Aunque las escenas eran más fuertes en el cine de horror, la audiencia quería ver algo nuevo, por lo que American International Pictures decidió combinar el horror con la comedia, creando, de esta manera, la cinta El hombre lobo adolescente.

Al llegar a 1960, American International Pictures decidió distribuir el horror gótico italiano de Mario Bava, principalmente, el filme La máscara del demonio. En esos mismos años, AIP decidió trabajar con el productor Roger Corman para crear un ciclo de películas que adaptaban historias de Edgar Allan Poe, y que eran protagonizadas por Vincent Price.

Los textos de Edgar Allan Poe inspiraron el trabajo de diversos directores durante la década de 1960, así los monstruos ya no eran percibidos como personajes sobrenaturales o seres de otros mundos, sino que ahora el interior del ser humano se convertía en algo horrendo y repleto de traumas psicológicos que lo hacían actuar de manera cruel, por ejemplo, Psycho, de Alfred Hitchcock, y Peeping Tom, de Michael Powell, muestran personajes aparentemente normales que juegan con su identidad para lograr su cometido, que es asesinar fríamente a sus víctimas, tomando el rostro de otra persona. De esta manera, las tramas de asesinos seriales se combinan con el horror y la psicología.

El cine de horror se convirtió en algo más oscuro desde que los monstruos no eran seres extraños o de otro mundo, sino simples seres humanos que escondían una máscara siniestra que los obligaba a asesinar. Y esto también se refleja en los diversos sucesos que ocurrieron en 1968. En ese año asesinaron a Robert Kennedy, Martin Luther King y también ocurrieron diversas masacres en diferentes naciones, que fueron orquestadas por los mismos gobiernos. En este contexto, las personas percibían que la sociedad estaba podrida y carente de sentido. Así aparecen dos cintas que marcan la época del cine de horror, El bebé de Rosemary, de Roman Polanski y La noche de los muertos vivientes, de George Romero, películas en donde el horror es un complemento para crear un espejo en donde el espectador se da cuenta que la sociedad ha perdido toda inocencia y esperanza.

La crítica social dentro de las películas de horror comenzó a ser una constante en la década de 1970, por ejemplo, con el estreno de la película La última casa a la izquierda, los padres de una hija asesinada por un grupo de criminales, cobran venganza de una manera sanguinaria, llegando incluso hasta lo gore, mostrando que, a pesar de intentar ser un buen ciudadano, la misma comunidad descompone toda la sociedad. Por otra parte, la famosa película El exorcista critica el avance científico en la medicina moderna para explicar temas relacionados a la religión y lo desconocido.

Con la aparición de la cinta Halloween, las películas de horror renuevan la temática de asesinos seriales, debido a que la película de John Carpenter retoma los mismos traumas psicológicos que padecieron los personajes de Peeping Tom y Psycho durante su niñez, sólo que en esta ocasión, el asesino no crea una doble personalidad para cometer sus actos de violencia, sino que usa una máscara que permite hacerle saber al espectador que la muerte es más directa y sin un juego voyerista. En este sentido, se muestra una cinta sofisticada que retrata el aumento de la inseguridad en la vida cotidiana de la sociedad norteamericana.

En la década de 1980, el cine de horror evolucionó magistralmente con la película Videodrome, y no sólo porque actúa Debbie Harry, la cantante de Blondie, sino porque Videodrome es una de las obras que mezcla horror, masoquismo, adicciones a las pantallas de televisión, alucinaciones y la aparición de las cintas clandestinas del video snuff. Con esta película, el horror mostró una cara distinta y única durante esa época, aunque los ochentas no sólo son recordados por el trabajo de David Cronenberg, sino también por otras cintas de otros directores, como es el caso del misticismo de Hellraiser y por el asesino Fredy Krueger que sólo aparece en los sueños de los personajes de la película Pesadilla en la calle Elm.

El silencio de los inocentes entregó una frescura al cine de horror durante la década de 1990, debido a que este filme se convirtió en una obra híbrida en donde las tramas de asesinos seriales, la aparición de detectives especializados y el continuo suspenso, entregaron una película psicológica en donde se tratan los problemas mentales y sociales como una situación de suma importancia dentro de la época moderna.

El éxito de El silencio de los inocentes hizo que las productoras apostaran por filmes con temáticas similares, así en 1995 aparece la famosa película Se7en, que se caracteriza por contar una gran historia acompañada de un gran presupuesto que le permitió a David Fincher contratar a actores famosos, como es el caso de Morgan Freeman y Brad Pitt. Sin embargo, el dinero en esta película de horror híbrido no es lo interesante, sino la historia que combinaba relatos antiguos con sucesos supuestamente modernos como la aparición de un asesino serial sumamente inteligente y detallista.

Scream fue una de las películas más innovadoras en el cine de horror de la década de 1990, debido a que el director Wes Craven utilizó elementos autorreflexivos dentro de la trama para criticar las estructuras narrativas de las películas de asesinos seriales y, aunque irónicamente se esperara una ruptura de esas estructuras narrativas, Scream las vuelve a retomar, incluso con humor para crear una franquicia neo-slasher.

Sin embargo, la película que rompió con todos los esquemas del cine de horror dentro de la década de 1990, fue El proyecto de la bruja de Blair que, con sólo 60 mil dólares, los directores Eduardo Sánchez y Daniel Myrick crearon un falso documental en donde el horror consistió en darle una participación activa a la imaginación del espectador, debido a que la bruja no se representa en escena y sólo es un personaje oculto en las cámaras, creando un suspenso continuo que le permitió recaudar más de 248 millones de dólares.

Al entrar al siglo XXI, el cine de horror se abrió a panoramas inimaginados debido a que se mezcló con todos los elementos sociales y artísticos, existiendo remakes del cine de horror japonés, principalmente El Aro, haciendo una crítica social a través del torture porn, como es el caso de las películas Saw y Hostel, mezclando el horror con problemas biológicos en las cintas Exterminio y Rec, o simplemente renovando el horror sobrenatural con Actividad paranormal.

El siglo XXI, parece estar perdido en la historia del cine de horror, sin embargo, no es porque no ofrezca nada, sino porque todo lo que ha entregado la industria está tan mezclado que es difícil catalogarlo.


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