Emily Dickinson: Una vida dedicada a la poesía | MÁS LITERATURA

 

Emily Dickinson Una vida dedicada a la poesía

Hablar de Emily Dickinson no es sencillo. Esto se debe a que se desconocen muchos aspectos de su vida y aquellos de los que sabemos, suelen ser muy controversiales. Por ejemplo, se habla de su encierro, de sus preferencias sexuales, incluso de sus romances.

Aunque todo lo mencionado anteriormente necesita de un mayor contexto, porque Emily, en ocasiones, no permanecía en confinamiento por siempre, ya que solía caminar en su jardín, paseaba a su perro o bajaba a mitad de escalera para escuchar las reuniones que existían en su casa.

De igual manera, sus preferencias sexuales fueron un gran debate después de su muerte, pues quienes recopilaron su obra por primera vez, tacharon información que existía de las cartas y de los poemas. También modificaron sus versos y los publicaron con “supuestas mejoras”.

Y, lo peor, tras la lectura de sus poemas amorosos, se pensaba que Emily Dickinson dedicaba sus versos a hombres, cuando existe evidencia que ella estuvo profundamente enamorada de su cuñada Susan Huntington Gilbert, pues le escribió cartas confesándole todo lo que sentía por ella.

Están limpiando la casa hoy, Susie, y he hecho un rápido bosquejo de mi cuarto, donde con afecto, y contigo, yo pasaré ésta, mi hora preciosa, la más preciosa de todas las horas que marcan los días al vuelo, y el día tan querido, que por él cambiaría todo, y tan pronto como pase, suspiraré otra vez por él. No puedo creer, Susie querida, que casi he permanecido sin ti un año entero; el tiempo parece a veces corto, y mi recuerdo de ti es cálido, como si te hubieras ido ayer, y otras veces si los años y los años recorrieran su camino silencioso, el tiempo parecería menos largo. Y ahora como pronto te tendré, te sostendré en mis brazos; perdonarás las lágrimas, Susie, acuden tan felices que no está en mi corazón reprenderlas y enviarlas a casa.

Carta de Emily Dickinson a Susan Huntington Gilbert
En sí, por estos aspectos es conocida regularmente Emily Dickinson, dejando un poco de lado su obra. Y, aunque esto es importante para contextualizar el entorno en el que vivió la poeta, también es indispensable analizar un poco de su vasta obra.

Emily escribió casi mil 800 poemas y aproximadamente unas mil cartas. Lamentablemente, la mayoría de sus poemas carecen de un título, tampoco están exactamente ordenados de manera cronológica. De hecho, cada poema contiene un número que indica un orden cronológico que sus editores colocaron con base en lo que ellos creían, porque hay que recordar que Lavinia Norcross Dickinson fue la primera quien descubrió la obra de su hermana después de su muerte y no se sabe con exactitud el orden de los escritos que Emily Dickinson dejó para la posteridad.

Aunque se desconoce el orden exacto de su obra, esto no es impedimento para leerla y descubrir las maravillas de su poesía, que podría ser catalogada en diversas temáticas. Es decir, existe una Emily Dickinson que contempla la naturaleza y muestra su sorpresa ante la vida y el mundo, adentrándose a grandes problemas filosóficos, principalmente existencialistas.

POEMA 354

Salió una mariposa de su capullo
como sale una dama de su casa una tarde de verano;
yendo de aquí para allá;
sin rumbo, según parecía,

excepto vagar por ahí
en un caprichoso deambular
que los tréboles comprendían.
Su bonita sombrilla fue vista cerrándose

en un campo donde los hombres segaban heno;
después, luchando denodadamente
contra una nube adversa;
y allí donde otras, delicadas como ella,

parecían no ir a ningún lugar
en una circunferencia sin propósito,
como un espectáculo tropical.
Y mientras la abeja trabajaba,

y mientras la flor celosamente brotaba,
esta holgazana multitud
las desdeñaba desde el cielo.
Hasta que el ocaso se extendió,

una constante marea,
y los hombres que segaban el heno,
y la tarde, y la mariposa,
desaparecieron en el mar.


También hay otra Emily Dickinson más oscura y cruda, que critica a la religión y muestra a la muerte como un hecho inevitable que no conlleva a ideas del más allá, sino al vacío o la nada.


POEMA 1100

La última noche en que Ella estuvo viva
fue una Noche Normal,
excepto por la Muerte — esto para Nosotros
hizo distinta a la Naturaleza —

Nos dimos cuenta de pequeñas cosas —
cosas que antes pasábamos por alto
Por esta enorme luz en nuestras Mentes
quedaron — en cursiva.

Mientras salíamos y entrábamos
de su Habitación última
y las Habitaciones de Aquellos que mañana
aún estarán vivos, una Culpa:

que los Otros pudieran existir
mientras Ella tuvo que terminar
Una Envidia se alzó
casi infinita —

Mientras Ella se iba, esperábamos —
Fue un tiempo reducido – Nuestras Almas
tanto se apretujaban que no podían
hablar — y la noticia, al fin, llegó.

Mencionó algo, y olvidó —
Luego, ligera como un Junco
inclinado en el Agua, luchó un poco —
lo consintió, y murió —

Nosotros — le arreglamos los Cabellos —
y pusimos erguida la Cabeza —
y entonces vino una espantosa calma
para imponerle normas a la Fe —


Por último, resalta una Emily Dickinson que reflexiona sobre la poesía y las posibilidades del lenguaje, pero utilizando a la misma poesía como un vehículo de reflexión y contemplación estética.


POEMA 169

Mirar en la cajita de ébano, con devoción,
cuando los años han pasado,
sacudiendo el aterciopelado polvo
que los veranos han posado.

Levantar una carta hacia la luz,
oscurecida ahora, con el tiempo;
repasar las palabras desvaídas que,
como el vino, un día nos alegraron.

Tal vez, encontrar entre sus cajoncillos
la arrugada mejilla de una flor,
recogida hace mucho, una mañana,
por una galante mano desaparecida.

Un rizo, quizás, de frentes
que nuestra constancia olvidó;
tal vez, un antiguo adorno
de una moda que ya pasó.

Y después, dejarlos reposar de nuevo,
y olvidarnos de ellos,
como si la cajita de ébano
no fuera asunto nuestro.


En sí, leer a la poeta estadounidense es descubrir nuevas posibilidades de ver el mundo, ya sea desde una perspectiva idealista, romántica y natural, hasta una perspectiva pesimista, filosófica e intelectual.

La cuestión aquí, es leerla y sacar conclusiones propias. En verdad, se llevarán una gran sorpresa como Harold Bloom en su Canon Occidental:

Exceptuando a Shakespeare, Dickinson demuestra más originalidad cognitiva que ningún otro poeta occidental desde Dante (…). Lo que sus críticos siempre subestiman es su asombrosa complejidad intelectual. Ningún lugar común sobrevive a sus apreciaciones; lo que ella no rebautiza o redefine, lo revisa hasta dejarlo difícilmente reconocible.
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