Suicidio y literatura: cuestionando los estereotipos románticos| MÁS LITERATURA

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El suicidio en el mundo del arte es muy recurrente. Sin embargo, encasillar a un músico, un escritor o un pintor con este acto que atenta en contra de su vida, es un error en el que se puede caer muy fácilmente, porque se romantiza este terrible hecho, creyendo que la relación obra-suicidio está completamente conectada con la vida y el trabajo del artista.

Y, aunque esto pueda tener alguna conexión, no es del todo cierto, debido a que este problema va más allá del mundo del arte y puede entrar más en un problema de salud mental, que le compete estudiarlo a la psicología, a la psiquiatría o incluso a la sociología.

Por eso, es importante no caer en ideas que provienen del siglo XVIII y del siglo XIX, pues en aquellas épocas, algunas personas consideraban al suicidio como un acto romántico por diferentes razones.

1. Efecto Werther

Tras la publicación de la novela Las penas del joven Werther, de Goethe. Las personas comenzaron a suicidarse después de que el amor de su vida no les correspondió. A esta compleja situación se le denominó el “Efecto Werther", pues la gente comenzó a imitar los actos suicidas que ocurrieron en el libro.

Un dato curioso es que esta obra de 1774, fue considerada peligrosa para las personas, tanto que Italia, Alemania y Dinamarca la prohibieron durante un tiempo.

Sin embargo, otros países no restringieron el libro, porque la obra era considerada una de las máximas representantes del Romanticismo alemán. Hay que recordar que en este movimiento filosófico y artístico, se peleaba contra el pensamiento racional y, en consecuencia, los ideales y las emociones eran consideradas más importantes.

Así que, cuando alguien no le correspondía un amor, como le sucedió al personaje Werther, era muy probable que se quitara la vida, porque era una idea romántica.

2. Charles Baudelaire y el suicidio

Con el paso de los años, la idea de vivir siguiendo ciertos ideales, llegó hasta Charles Baudelaire, quien abre la puerta a la poesía francesa modernista, pues rompió las nomas poéticas de su época, y se preocupó por el ritmo y los temas escabrosos, como Lucifer, el desarrollo de la industria y el suicidio.

Incluso en 1845, Baudelaire intentó quitarse la vida por la falta de dinero, las críticas hacia su obra y el abuso del alcohol. Se dio una puñalada a sí mismo, pero afortunadamente sobrevivió.

3. ¿Poetas malditos?

 A finales del siglo XIX, con una influencia muy baudelairiana, Paul Verlaine escribió uno de los más importantes ensayos: Los poetas malditos. En este texto romantiza la ardua vida de algunos poetas simbolistas. Sin embargo, no romantiza la idea del suicidio.

Esta idea de que los poetas malditos son aquellos que se suicidan por falta de dinero o porque son incomprendidos por la sociedad, en sí, no se sabe de dónde viene. Lamentablemente, la sociedad construyó este mito, considerando a Plath, Sexton, Arenas u otros, como poetas malditos, como artistas que dieron su vida por la obra.

No obstante, a estos artistas les sucedieron otras cosas, por ejemplo, Plath y Sexton eran personas reprimidas por una sociedad machista; Arenas, por otra parte, se infectó de VIH y no pudo seguir con ese dolor de la enfermedad. En consecuencia, en estos casos, la creación de su obra no tuvo nada que ver con dar su vida por el arte, sino fueron muchos problemas sociales y de salud que los llevó a tomar esa decisión.

Por tanto, después de otorgar un breve recuento histórico del suicido en la literatura, es necesario dejar de romantizar esta idea, porque no tiene demasiada relación con el proceso de la creación de una obra y el acto de quitarse la vida. En este sentido, es indispensable cuestionar todas las verdades que se aceptan como únicas.

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